El contexto familiar
En todas las familias los miembros se conocen desde hace muchos años, han pasado infinidad de experiencias juntos, y hay una gran vinculación entre ellos, eso significa que cada uno de los miembros tiene respecto al resto un sin fin de simpatías y antipatías, de agradecimientos y reproches, de cariños y odios, de alianzas y enfrentamientos, por ello, en ese marco no va nunca a ser posible hablar de un modo frío, sin que intervengan las emociones, únicamente en términos legales y económicos. Es absolutamente imposible que eso ocurra, por mucho que se esfuercen los familiares, por muy civilizados que sean, y por mucha buena voluntad que crean tener, ese lastre de décadas de interacción entre ellos va a estar presente, para bien o para mal.
Caso real que sucede demasiado a menudo.
Recientemente llegó a nuestro despacho un caso consistente en una familia que había intentado llegar a un acuerdo entre ellos en el reparto de la herencia de la madre.
Todo empezó correctamente, todos ellos tenían buena voluntad y deseos de llegar a un entendimiento rápido y amistoso. Eran una familia bien avenida, que había tenido sus más y sus menos como todas las familias, pero que siempre lo habían sabido superar todo con tolerancia y amor, así que pensaron que en esta ocasión no iba a ser diferente.
La herencia se componía de un piso y un local en Marbella, un apartamento en la costa, y algo de dinero en una cuenta bancaria. El dinero se lo repartieron a partes iguales entre los hermanos, en eso no hubo discusión, pero con el resto del patrimonio la cosa cambió.
Uno de ellos propuso quedarse con el local porque lo utilizaba para trabajar, así que tenía que comprar a los otros dos su parte, pero no se ponían de acuerdo en el precio, lo que produjo las primeras fricciones porque el que se lo quería quedar había estado desarrollando su profesión durante años en ese local, así que pensaba que eso le daba cierto derecho preferente a la hora de quedárselo, mientras que los otros dos hermanos pensaban que justamente si durante varios años había estado disfrutando gratuitamente del local porque la madre le dejaba sin exigirle nada, de algún modo ahora debería compensar a los otros hermanos que no habían gozado de tal privilegio y en el fondo siempre lo habían considerado un trato de favor a uno de los hijos por parte de la madre.
También decidieron poner a la venta el piso en Marbella, pero cuando empezaron a recibir ofertas, uno de los hermanos las aceptaba todas porque tenía urgencia en recibir el dinero, otro estaba dispuesto a esperar para vender a un precio más caro, mientras que el otro bloqueó la venta del piso hasta que no se llegara a un acuerdo sobre la venta del local.
El apartamento de la costa, mientras no se decidía qué hacer con él, uno decía de alquilarlo, otro de venderlo y otro de disfrutarlo por turnos, y como no se ponían de acuerdo, mientras tanto fue ocupado por uno de los hijos de los herederos que consideraba que por tenerlo vacío y cerrado, al menos lo mientras tanto lo disfrutaba él, así lo conservaba y de paso evitaba que se metieran ocupas, pero esa idea no gustó a los otros dos herederos, lo que fue motivo de mayor tensión y descontento.
La tensión entre los hermanos fue subiendo, cada uno presionado por sus respectivas parejas, las discusiones se llenaron de reproches personales, afloraron viejas rencillas del pasado, y finalmente terminaron todos ellos en los tribunales y discutidos para el resto de su vida.
Esta situación podría haberse evitado si desde un buen principio cada uno de los hermanos hubiera contratado un abogado, y éstos hubieran negociado entre ellos.
¿Por qué es necesario ponerse en manos de un abogado especializado en herencias?
En situaciones que implican cuestiones hereditarias, es altamente recomendable que todas las gestiones las lleve un abogado especializado en sucesiones, en primer lugar para asegurarse de que se llevan a cabo las últimas voluntades del finado, pero también porque la tramitación de una herencia es un proceso complejo donde cualquier error puede tener consecuencias económicas y jurídicas graves.
Para muchos herederos, este asunto es desagradable por la fuerte carga emocional que conlleva, además que suele ser una fuente de discusiones y profundas desavenencias entre los miembros de una familia.Como decíamos son innumerables las familias que se rompen por discusiones sobre cuestiones económicas en el momento de repartir la herencia.
Es normal que al principio los herederos, legatarios, legitimarios… etc., consideren que es posible negociar de forma amistosa, pacífica y civilizada las cuestiones relacionadas con una herencia, sin embargo la experiencia nos dice que se mezclan las cuestiones legales con las personales, generando conflictos profundos y enfrentamientos abiertos que perduran durante varias generaciones.
El motivo por el que eso ocurre es porque cuando unos familiares se ponen a negociar, a no ser que sean profesionales en la materia, por regla general no tienen un conocimiento profundo de la legalidad en materia de sucesiones, y pueden estar discutiendo mucho tiempo sobre el contenido de la ley sin que ninguno de ellos sepa exactamente qué dice dicha ley, lo mismo que pueden ponerse a discutir sobre lo que es justo e injusto en términos filosóficos, con lo que entramos en el terreno de la subjetividad dando lugar a interminables discusiones que no conducen a ningún acuerdo, sino más bien lo contrario, en el calor de la pelea empiezan a aflorar sentimientos, reproches, gritos, gestos… etc.
La herencia es una cuestión legal y económica.
La herencia, no deja de ser una cuestión puramente legal y económica, por tanto hay que dejar de lado las cuestiones emocionales, y eso sólo lo puede hacer correctamente un tercero ajeno a la familia. La intervención de un abogado evita la creación de conflictos familiares, que suelen ser muy profundos y duraderos, muchas veces rompiendo familias para siempre, con hermanos que se dejan de hablar de por vida, con juicios entre padre e hijos, y otras muchas situaciones extremadamente desagradables para todos. Así que lo mejor es poner un “cortafuegos”, consistente en un profesional que medie entre las partes consiguiendo que no se genere ningún conflicto, o bien si éste ya se ha generado que se resuelva del modo menos traumático para todos.
Un abogado es un mediador.
Por nuestra experiencia, recomendamos fervientemente que todos los llamados a una herencia, se pongan en manos de un abogado y deleguen en él toda la negociación. En un principio esta opción suele ser vista como hostil por el resto de herederos, pero se les puede hacer entender que no se trata de buscar el enfrentamiento, sino todo lo contrario. El abogado puede actuar en calidad de mediador, que es cuando todos los llamados a la herencia escogen a un abogado para que éste les asesore a todos por igual y facilite un acuerdo entre ellos. Aunque también hay la posibilidad de que cada uno de los interesados contrate su propio abogado, y entre estos negocien y lleguen a un acuerdo.
Entre abogados es más fácil llegar a un acuerdo.
Entre abogados es más fácil llegar a acuerdos que entre las partes, en primer lugar porque son conocedores de la normativa y por lo tanto discuten menos sobre el contenido de la ley, en segundo lugar no discuten sobre cuestiones filosóficas sobre lo que es justo y lo que no, se atienen únicamente a la normativa legal, también porque están emocionalmente desvinculados los unos de los otros, con lo que no aparecen las viejas rencillas que suelen haber cuando unas personas se conocen desde hace mucho tiempo, pero sobretodo porque son profesionales, tienen experiencia negociando y por tanto son prácticos buscando soluciones, que a fin de cuentas es lo importante.
No lo dude más, llámenos al 931000902 y póngase en manos de un abogado en Marbella para tramitar su herencia, y deje que él se encargue de todo este engorroso proceso, ahorrando tiempo dinero y sobre todo disgustose.